Por tanta primavera del brote infatigable.
Por tanta ternura y palabra precisa.
Por el contacto desinteresado.
Por tanto secreto contado.
Por tanta sencillez y comunión.
Por tanta risa, naranja y lila.
Por tanto amor, del común y hermoso.
Por tanta historia desdichada y por esta fortuna.
Por tanto juego.
Por tanta consideración consecuente.
Por tanto,
por tanto…
la verruga se enamoró de la mano,
que perfecta,
y entregada a la caricia de la mañana,
ya la había correspondido.
29 de mayo de 2009
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