31 de diciembre de 2009

Carta de despedida de un pajarito a la Luna

Querida Luna:

Ésta es mi segunda carta, probablemente la última, y ¡todo lo que ha pasado desde la primera!.
Para comenzar, creo esta vez, que es necesario que empiece por “para comenzar”, ya que se me hace difícil no hacer un relato cronológico de lo volado a su lado. Y hoy, aunque ya no me diga nada, sigo volando aún con el impulso que me ha dado su compañía. Recuerdo que al principio yo cantaba y piaba y usté ni me miraba porque había mucho para mirar. Pero pasaron los días y las noches, y no sé por qué milagro, mi canto la hizo sonreír como sólo usté sonríe. Y así fueron los tiempos en donde yo la recorría. Ya sé que hoy me dirá que es imposible recorrerla por su altura, pero en ese momento sin que usté lo sepa, bajó usté hacia mí, hasta el cielo bajo (como le llamamos nosotros). Así volamos y nos acariciamos. Usté con su luz, yo con las alas sucias. Pero llegó el día en que no supimos disfrutar más de las pendientes del aire, y yo pasé de volar a su lado, a taparle la luz que nacía de su centro. Usté, querida Luna, con todo lo que veía desde allá arriba, pudo mirar el árbol, el bosque y el mar todo, inclusive le ha ordenado a este último la medida de las olas y hasta donde crecer o retroceder. Yo soy un simple pajarito, usté sabe, pero he logrado amarla con todos mis sentidos, y he superado, inclusive, mi capacidad para amar. Yo, querida Luna, deseo tanto su felicidad que soy feliz de que haya elegido ese camino del espacio sideral, del espacio literal. Porque ¿sabe querida luna? Si hay algo que me hace bien hoy por hoy, es saber que esa ha sido nuestra última decisión, aún esa decisión fue en conjunto. Usté con su serenidad, redondez, blancura… y yo con mis idas y venidas al nido, con las noches en donde me atormentaban las tormentas, con la serenidad del amanecer y las nubes alejándose. Querida Luna, yo seguiré volando, porque mis alas no me dejarán parar. Doy gracias al Ave Fénix por su legado y ejemplo para nosotros los pájaros. Y aunque, usté sabe querida luna, aunque ahora enfoque mi vista hacia abajo, que piense más en las lombrices que en las estrellas, que piense más en el nido que en el cielo, que piense más en el viento en contra que en lo cautivador de la noche, aunque sea en el piso más pantanoso, en la caverna más oscura, en el bosque más frondoso, la luz que de usté se desprende, me va a seguir dando por el resto de mis vuelos, la luz que necesito.
No nos equivocamos mucho, querida Luna... y no llore, porque usté debe estar blanca y desnuda en el cielo, ya que habrá muchos pájaros y poetas en este mundo que quieran entregarle a usté, la vida.
Voy a emigrar en estos días, querida Luna, me voy a volar muy alto, pero más bajo que usté, porque ha encontrado la altura que buscaba. Por mi parte seguiré buscando como lo hice desde que estaba en el borde del nido a punto de dar mi primer salto. Y ahí fui. Y me lancé al viento sin saber lo que iba a pasar. Pero mis alas se desplegaron, querida Luna, se abrieron y fue una sensación tan hermosa, que parece que de vez en cuando la vuelvo a necesitar. Porque después de todo querida Luna, soy pájaro, y amo la libertad más que a nada en el mundo.
La voy a extrañar mucho querida Luna.
Perdón por los errores y gracias por los buenos momentos. A su lado me he sentido el Sol que le daba luz, la noche que la enmarcaba, el bicho que le robaba la plenitud, pero por sobretodo me sentí muchas veces especial y privilegiado. Y eso, querida Luna, para un pajarito tan minúsculo como yo, es mucho más de lo que se espera en la vida.
Pío Pío, querida Luna, que sea feliz… mi deseo más profundo, mi deseo más sincero.

21 de diciembre de 2009

Escaleno (dedicado a todas las personas que me contagiaron sonrisas)

Acá, allá, allí… tres lados desiguales. Había una vez un galpón, pero empezando de esta manera tendría que escribir un cuento para niños. ¿Y por qué no? Tres lados, se dibuja un triángulo distinto, distinto y “especial”, como el invierno que sentimos que siempre está por venir. Del vértice más agudo, se escucha una canción a modo de comentario, y me dá risa sentir ese acento tan parecido a un arroyo que se estira por una sierra y entibia las piedras como las mañanas. Escribiría (sería mucho más fácil) un cuento para chicos, porque de todos los ojos que miran adentro de ese galpón, (podría ser un barrio, o una casa, o una carpa, o una ciudad) o triángulo, no hay uno solo de nosotros que pierda la ternura y la imaginación. Teniendo en cuenta lo que decía un amigo, que “a la risa hay que construirla, y no acceder a la risa que nos proponen. Menos aún a la comprada en alguna caja con luz, esa entristecedora de ojos”. Lo mismo para las miradas, porque por ahí es mejor que te deje de contar y que vos mires.
Mira, ahí le cae una lágrima a ese. Nace un abrazo. Te escucho. Te amo. Y otra lágrima al otro. Y otra al de al lado. Y una lágrima puede ser también una risa, una canción, una mirada. Otra vez las partes se mixturan y hacen de todas las líneas, lados, y de todos los lados algo único. En éste triángulo miramos de esta forma. Ni pensando remotamente en la posibilidad de no emocionarnos, y de no reírnos. Luchando contra todo lo impuesto, permitiéndonos extrañarnos hasta cuando uno se aleja unos metros y va a tirarse al pasto de la esquina, o cuando uno baja a la cocina a buscar agua, o cuando alguien se va para siempre, se va por un tiempo, o solo se va al baño.
Ja, jujujaju, jé, jojojojo, jjjjjjjjjjjjjjjjjaaaaaaaaaa. Es todo risa, y este triángulo tan distinto ya se empieza a mover, para reconocerse en una diversidad divertida.
Es más que un principio para empezar a contar, además es un objetivo. La risa como objetivo final. En este mundo tan raro, la risa como principio, nudo y desenlace. Tres lados de nuevo, y ese vacío que me dejó en el centro cuando nos despidió algún verano. Y otro vacío cuando no pudimos, y otro cuando te fuiste para seguir entibiando otros mañanas. Quedé en ese galpón, mirando y escuchando lo que habíamos dejado. Quedé mirando al pasado. Había risa en las paredes, y no invento, hay risa en las paredes. Hemos conseguido en el camino, ser un poco más rebeldes. Hemos hecho de un galpón, una trinchera para asesinar monótonos y grises. Hemos creado en ese mundo una nueva forma de mirarnos.
Y no nos alcanzó este mundo, y salimos a gritarle al otro mundo (al de afuera) que ahí estábamos, riéndonos. Vimos a un viejito triste que con complicidad aplaudía desde el cordón de la vereda, casi sin animarse. Al abuelo lo coronaba una casa blanca y bajita y dos perros ladrando desde adentro, y seguro estoy de que pensaba “ahí están estos rebeldes de la risa, riendo para mí, … y como saltaría con ellos como ahora estoy saltando por dentro, saltando con las manos”.

A veces me caigo un poco y me olvido de mi triángulo. Pero siento que una parte de mí se queda siempre en la pared, en ese galpón donde la luz (como todos nosotros) entra por la puerta, que a propósito, esta siempre abierta para el que quiera entrar.
La risa, la Revolución, la alegría, nuestro lado, nuestro triángulo que supimos construir. En este triángulo aprendimos que partiendo de la base de que estamos en el vértice, no nos queda más que resistir o caer, luchar hasta hacer del vértice la base, hasta hacer de la vida algo con miles y miles de lados, y que cada uno sea la excusa para dormir una noche en el cielo.

Y ahí los miro a todos de nuevo, pero corro la vista un segundo, porque más allá de niño todavía soy y tengo muchas cosas de grande. Salgo volando por la puerta, me voy un rato del galpón, empiezo a ver llegar el invierno desde lejos, y me asusto (porque el invierno me asusta). Pero también vuelvo y sigo en la trinchera de los colores resistiendo, y pienso en el viento, en la Luna, en febrero, en las mañanas, en las canciones, en los lugares, en vos amigo mío, en vos amada mía, en el acento, en nuestras risas tan parecidas a la rebeldía. Pienso en todos y en cada uno de ustedes, en todos y en cada uno de nosotros, y solo resta un ¡gracias a todos!, eternamente agradecido.

18 de diciembre de 2009

Pequeña imagen matinal de lo invisible y lo visible

.

Sucia y temprana
como la tierra
el sol la moja
con amarillos rectos y curvos,
con serenidad quieta.
Sólo adentro mío el caos
solo
la erupción
el viento
los terremotos
los pájaros, miles,
las colisiones
la sangre
adentro mío
mientras creo más en el polen
yo, solo.

3 de diciembre de 2009

es necesario

.


hay que saltar
y quebrarse en el aire
es necesario sentir el vacío
para al fin
darle vértigo al abismo
allí, la edad del tiempo
se está sentando
y es tarde
con té de todavía.

No hay inocentes
salvo lo que creemos
no hay inocentes
salvo lo que creamos
no hay inocentes
salvo lo que nace

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