31 de diciembre de 2009

Carta de despedida de un pajarito a la Luna

Querida Luna:

Ésta es mi segunda carta, probablemente la última, y ¡todo lo que ha pasado desde la primera!.
Para comenzar, creo esta vez, que es necesario que empiece por “para comenzar”, ya que se me hace difícil no hacer un relato cronológico de lo volado a su lado. Y hoy, aunque ya no me diga nada, sigo volando aún con el impulso que me ha dado su compañía. Recuerdo que al principio yo cantaba y piaba y usté ni me miraba porque había mucho para mirar. Pero pasaron los días y las noches, y no sé por qué milagro, mi canto la hizo sonreír como sólo usté sonríe. Y así fueron los tiempos en donde yo la recorría. Ya sé que hoy me dirá que es imposible recorrerla por su altura, pero en ese momento sin que usté lo sepa, bajó usté hacia mí, hasta el cielo bajo (como le llamamos nosotros). Así volamos y nos acariciamos. Usté con su luz, yo con las alas sucias. Pero llegó el día en que no supimos disfrutar más de las pendientes del aire, y yo pasé de volar a su lado, a taparle la luz que nacía de su centro. Usté, querida Luna, con todo lo que veía desde allá arriba, pudo mirar el árbol, el bosque y el mar todo, inclusive le ha ordenado a este último la medida de las olas y hasta donde crecer o retroceder. Yo soy un simple pajarito, usté sabe, pero he logrado amarla con todos mis sentidos, y he superado, inclusive, mi capacidad para amar. Yo, querida Luna, deseo tanto su felicidad que soy feliz de que haya elegido ese camino del espacio sideral, del espacio literal. Porque ¿sabe querida luna? Si hay algo que me hace bien hoy por hoy, es saber que esa ha sido nuestra última decisión, aún esa decisión fue en conjunto. Usté con su serenidad, redondez, blancura… y yo con mis idas y venidas al nido, con las noches en donde me atormentaban las tormentas, con la serenidad del amanecer y las nubes alejándose. Querida Luna, yo seguiré volando, porque mis alas no me dejarán parar. Doy gracias al Ave Fénix por su legado y ejemplo para nosotros los pájaros. Y aunque, usté sabe querida luna, aunque ahora enfoque mi vista hacia abajo, que piense más en las lombrices que en las estrellas, que piense más en el nido que en el cielo, que piense más en el viento en contra que en lo cautivador de la noche, aunque sea en el piso más pantanoso, en la caverna más oscura, en el bosque más frondoso, la luz que de usté se desprende, me va a seguir dando por el resto de mis vuelos, la luz que necesito.
No nos equivocamos mucho, querida Luna... y no llore, porque usté debe estar blanca y desnuda en el cielo, ya que habrá muchos pájaros y poetas en este mundo que quieran entregarle a usté, la vida.
Voy a emigrar en estos días, querida Luna, me voy a volar muy alto, pero más bajo que usté, porque ha encontrado la altura que buscaba. Por mi parte seguiré buscando como lo hice desde que estaba en el borde del nido a punto de dar mi primer salto. Y ahí fui. Y me lancé al viento sin saber lo que iba a pasar. Pero mis alas se desplegaron, querida Luna, se abrieron y fue una sensación tan hermosa, que parece que de vez en cuando la vuelvo a necesitar. Porque después de todo querida Luna, soy pájaro, y amo la libertad más que a nada en el mundo.
La voy a extrañar mucho querida Luna.
Perdón por los errores y gracias por los buenos momentos. A su lado me he sentido el Sol que le daba luz, la noche que la enmarcaba, el bicho que le robaba la plenitud, pero por sobretodo me sentí muchas veces especial y privilegiado. Y eso, querida Luna, para un pajarito tan minúsculo como yo, es mucho más de lo que se espera en la vida.
Pío Pío, querida Luna, que sea feliz… mi deseo más profundo, mi deseo más sincero.

21 de diciembre de 2009

Escaleno (dedicado a todas las personas que me contagiaron sonrisas)

Acá, allá, allí… tres lados desiguales. Había una vez un galpón, pero empezando de esta manera tendría que escribir un cuento para niños. ¿Y por qué no? Tres lados, se dibuja un triángulo distinto, distinto y “especial”, como el invierno que sentimos que siempre está por venir. Del vértice más agudo, se escucha una canción a modo de comentario, y me dá risa sentir ese acento tan parecido a un arroyo que se estira por una sierra y entibia las piedras como las mañanas. Escribiría (sería mucho más fácil) un cuento para chicos, porque de todos los ojos que miran adentro de ese galpón, (podría ser un barrio, o una casa, o una carpa, o una ciudad) o triángulo, no hay uno solo de nosotros que pierda la ternura y la imaginación. Teniendo en cuenta lo que decía un amigo, que “a la risa hay que construirla, y no acceder a la risa que nos proponen. Menos aún a la comprada en alguna caja con luz, esa entristecedora de ojos”. Lo mismo para las miradas, porque por ahí es mejor que te deje de contar y que vos mires.
Mira, ahí le cae una lágrima a ese. Nace un abrazo. Te escucho. Te amo. Y otra lágrima al otro. Y otra al de al lado. Y una lágrima puede ser también una risa, una canción, una mirada. Otra vez las partes se mixturan y hacen de todas las líneas, lados, y de todos los lados algo único. En éste triángulo miramos de esta forma. Ni pensando remotamente en la posibilidad de no emocionarnos, y de no reírnos. Luchando contra todo lo impuesto, permitiéndonos extrañarnos hasta cuando uno se aleja unos metros y va a tirarse al pasto de la esquina, o cuando uno baja a la cocina a buscar agua, o cuando alguien se va para siempre, se va por un tiempo, o solo se va al baño.
Ja, jujujaju, jé, jojojojo, jjjjjjjjjjjjjjjjjaaaaaaaaaa. Es todo risa, y este triángulo tan distinto ya se empieza a mover, para reconocerse en una diversidad divertida.
Es más que un principio para empezar a contar, además es un objetivo. La risa como objetivo final. En este mundo tan raro, la risa como principio, nudo y desenlace. Tres lados de nuevo, y ese vacío que me dejó en el centro cuando nos despidió algún verano. Y otro vacío cuando no pudimos, y otro cuando te fuiste para seguir entibiando otros mañanas. Quedé en ese galpón, mirando y escuchando lo que habíamos dejado. Quedé mirando al pasado. Había risa en las paredes, y no invento, hay risa en las paredes. Hemos conseguido en el camino, ser un poco más rebeldes. Hemos hecho de un galpón, una trinchera para asesinar monótonos y grises. Hemos creado en ese mundo una nueva forma de mirarnos.
Y no nos alcanzó este mundo, y salimos a gritarle al otro mundo (al de afuera) que ahí estábamos, riéndonos. Vimos a un viejito triste que con complicidad aplaudía desde el cordón de la vereda, casi sin animarse. Al abuelo lo coronaba una casa blanca y bajita y dos perros ladrando desde adentro, y seguro estoy de que pensaba “ahí están estos rebeldes de la risa, riendo para mí, … y como saltaría con ellos como ahora estoy saltando por dentro, saltando con las manos”.

A veces me caigo un poco y me olvido de mi triángulo. Pero siento que una parte de mí se queda siempre en la pared, en ese galpón donde la luz (como todos nosotros) entra por la puerta, que a propósito, esta siempre abierta para el que quiera entrar.
La risa, la Revolución, la alegría, nuestro lado, nuestro triángulo que supimos construir. En este triángulo aprendimos que partiendo de la base de que estamos en el vértice, no nos queda más que resistir o caer, luchar hasta hacer del vértice la base, hasta hacer de la vida algo con miles y miles de lados, y que cada uno sea la excusa para dormir una noche en el cielo.

Y ahí los miro a todos de nuevo, pero corro la vista un segundo, porque más allá de niño todavía soy y tengo muchas cosas de grande. Salgo volando por la puerta, me voy un rato del galpón, empiezo a ver llegar el invierno desde lejos, y me asusto (porque el invierno me asusta). Pero también vuelvo y sigo en la trinchera de los colores resistiendo, y pienso en el viento, en la Luna, en febrero, en las mañanas, en las canciones, en los lugares, en vos amigo mío, en vos amada mía, en el acento, en nuestras risas tan parecidas a la rebeldía. Pienso en todos y en cada uno de ustedes, en todos y en cada uno de nosotros, y solo resta un ¡gracias a todos!, eternamente agradecido.

18 de diciembre de 2009

Pequeña imagen matinal de lo invisible y lo visible

.

Sucia y temprana
como la tierra
el sol la moja
con amarillos rectos y curvos,
con serenidad quieta.
Sólo adentro mío el caos
solo
la erupción
el viento
los terremotos
los pájaros, miles,
las colisiones
la sangre
adentro mío
mientras creo más en el polen
yo, solo.

3 de diciembre de 2009

es necesario

.


hay que saltar
y quebrarse en el aire
es necesario sentir el vacío
para al fin
darle vértigo al abismo
allí, la edad del tiempo
se está sentando
y es tarde
con té de todavía.

No hay inocentes
salvo lo que creemos
no hay inocentes
salvo lo que creamos
no hay inocentes
salvo lo que nace

17 de noviembre de 2009

La paciencia de los peces (Candombe)

Arroyito vapuleado
que baja del monte
cada vez más chiquito
y asustado
¿Qué será de los peces?
Nada harán.
No harán nada.

Manantial de escombros
que canta domesticado
sus barquitos de aluminio
naufragan deshonrosos.
¿Qué será de los peces?
Nada harán.
No harán nada.

¿Qué será de los peces?
Nadarán.
Y no harán nada.

Suena la sirena.
Le cambia el color del cielo.
Le cambia el color del agua.
Le cambia el color del cuerpo.
Suena preocupada.
¿Qué será de los peces?
Nada harán.
No harán nada.

9 de noviembre de 2009

Agradecimiento nocturno

.


Me agarro con mis uñas
de la punta de esta luna.
Y dices algo,
no importa que,
todo va a enseñarme.
Ahí está el camino,
debajo,
y la luna se infla y me cobija.
Ya no creo en caer.
Ya son tus palabras
el sueño ameno.
Solo queda mirar
adentro,
donde se sumergen los mares,
donde sigo naciendo.

6 de noviembre de 2009

Anotación

.

Me llevaré conmigo un poema,
ningún tigre triste,
dos tiros de un pájaro,
tres ideas que alguna vez tuve.
Me llevaré conmigo la certeza de la falta,
las mil verdades,
los dos mil errores,
la risa.
Me llevará la calma
de saber que he sido minúsculo,
pero que he sentido con más intensidad
que los volcanes y los niños.
Me voy a llevar el día que en me amaste,
entero.
El dolor de haber llorado,
la alegría de haber llorado,
los colores.
He conocido la muerte,
he conocido la vida,
me llevaré a las dos de la mano.

30 de octubre de 2009

Trosko en una granja de rehabilitación

.

No sabemos como ha ocurrido que una de las cosas que siempre supimos y nos caracterizó durante gran parte de la historia, esa que nos convirtió en luchadores del futuro, ¡de ese futuro que se aproxima con el brazo determinante del cambio!, ¡¡del abrazo compartido y glorioso de la lucha de clases!!… Perdón, decía que hemos perdido esa capacidad, capacidad que se ha erosionado con el tiempo, ¡el tiempo en donde la burguesía nacional e internacional, con los compañeros con conciencia de clase!!, ¡¡¡la que combate también a la pequeña, mediana y tres cuartos de burguesía!!!… Entonces, en síntesis, hemos visto erosionar muchas clasificaciones a saber:
- una simple rosa se clasificaba como tal. Rosa, roja, espinosa, flor. Se nombraba una rosa y era una rosa. Hoy es cliché. Cuando se dice rosa, la rosa (y sobretodo la palabra) ha perdido todos los minerales; ¡como los trabajadores de las minas! ¡¡ expulsados por la patronal y engrosando las listas de trabajadores desocupados!!
- Ya no suena de la misma manera.
- La rosa ya no suena igual
- Va a haber que volverla a inventarla.

La batalla y la guerra

.


Un elefante se columpiaba sobre la tela de una araña. Como veía que resistía fue a llamar a otro elefante. Dos elefantes se columpiaban sobre la tela de una araña. Como veían que resistían fueron a llamar a otro elefante. Tres elefantes se columpiaban sobre la tela de una araña. Como veían que resistían fueron a llamar a otro elefante. Cuatro elefantes se columpiaban sobre la tela de una araña. Como veían que resistían fueron a llamar a otro elefante. Pero la araña, que proyectaba la destrucción de su hogar, de su fuente de alimento, picó al cuarto elefante cuando éste se dirigía a llamar a otro elefante. El mamífero, no dudó segundo alguno en aplastar totalmente a la araña con su gran pata.
Se dice, que ninguna araña volvió a picar a ningún elefante por miedo a las represalias; pero se sabe, también, que a partir de ese momento no se columpian en las telas de araña más de cuatro elefantes.

Tarde de sábado en Villa Crespo

.


El sahumerio despide constantemente un humo
que acaricia una hoja,
y se mezcla
con los olores del piso húmedo y limpio.
La luz de los sábados es distinta.
Los ruidos de la tarde tienen tendencia al tango
y el mate surge,
puntual,
como la conclusión del tiempo.
Me resulta imposible pensarme
fuera de Buenos Aires.
Tan enferma, tan mía.
No existe algún sábado como en esta ciudad,
y voy viendo al tango y al sahumerio
como ahora se dicen pulmón y suspiro.
Arremete en este sábado
un recuerdo,
que le habla a mi lengua.
Afuera no es Buenos Aires,
afuera está lo que quedó de nosotros
y el humo que eligió liberarse,
el humo libre del pasado
que escribe las páginas de esta ciudad infértil.

3 de septiembre de 2009

Carta de un pajarito a la Luna





Si parece que nos han inventado para domesticarnos mutuamente. Usté verá Querida Luna, que este pájaro la necesita para saber hacia donde volar con todo lo que eso implica... porque usté sabe bien Querida Luna, que hasta hace un tiempo no era más que luz en el cielo, que dibujo redondo, que motivo para ver mejor de noche. Y cómo me ha hecho entender mejor lo nocturno, lo indescifrable... ni se imagina. Estoy redefiniendo gracias a eso, el amor. Es tan inquieto lo que ha despertado adentro mío, que será difícil volverlo a dormir. Y aunque me diga, usté sabe Querida Luna, aunque me diga que me ama, como únicamente se ama cuando uno está comprometido hasta en los sueños, este pájaro tiene miedo de que esto en algún momento termine, que las nubes… usté seguro sabe.
Ya sé, Querida Luna, usté me dirá que no es hora de andar preocupado.... y cuanta razón tiene. Pero vió que algunas aves tenemos tendencia a arruinarlo todo.
Yo sólo le pido Querida Luna que siga comprendiéndome. Que siga siendo mi guía, con todo lo que eso implica. Que me siga abrazando con todo, inclusive con sus brazos. Que nunca deje de ser sincera, aún cuando la verdad lastime como la despedida final, como los cables aéreos que esconde el aire y que aparecen a último momento o como algunos gatos.
Porque esa es la única manera de hacerlo bien, de hacer de esta historia, futuro.
A mí no me queda más que agradecerle que se haya reflejado esa noche en la plaza, y esté nomás, ahí en el cielo. Todas las oportunidades que le he dado desde entonces, las ha aprovechado de la mejor (y conmovedora) manera. Y quédese tranquila, Querida Luna, este pájaro ya no necesita más pruebas... de ahora en adelante se dedicará a volar por el solo hecho de volar, y de sentir el viento en la cara, y sentirlo también dentro del piquito, entrando por el hueco que ofrece la sonrisa.

La amo Querida Luna, de verdad la amo.

PD: Usté es una copada (si me permite el término).


(a Male)

31 de julio de 2009

Baracoa ( la pintura es de Roel Caboverde, pintor cubano nacido en la ciudad de Baracoa, de la cual es aún residente, una excelente persona)


Baracoa

Ningún huracán te ha recorrido
sin haberse querido dormir a tu lado,
ya que no hay necesidad ni voluntad para dejarte,
hoy los pájaros vuelven para recordármelo.

No tendría que haber mojado mis pies en tu orilla
no debería haber dejado que me cantes tus olas
todavía no me expliques que te has ido también tú
que te has olvidado de tus caprichos de tierra y agua
porque en el mundo no cabrían dos seres tan cobardes

aunque seguro recordarás mi mirada de amor puntual,
el de toda hora.

24 de julio de 2009

Su primer vagón

Lo único que los unía (hasta ese momento) era un túnel negro y dos sonidos. Él subió en su estación de siempre, ella una estación después. Eligió el primer vagón porque no le gustaba ver a las paredes retroceder, sino que necesitaba avanzar y ver lo que se aproximaba. Ella eligió el primer vagón por casualidad, ya que le daba la sensación de que siempre venía más vacío que el resto. Aunque era una impresión, ya que le costó subir como todos los días, como a todos los vagones. La vió entrar y todos los sonidos subieron al espacio o se escondieron en las paredes. Ella no lo vió, aunque supo de su olor enseguida como si lo hubiese imaginado.
No se conocían, nunca se habían visto, y ahí estaban. Si ella no hubiese frenado a ver los pájaros, si él no hubiese escapado antes de su trabajo… pero ahí estaban. Ella miraba por la ventanilla y soñaba que volaba por las vías. Él disimulaba un dolor de cuello y giraba la cabeza en dirección a ella. Parados uno al lado del otro, se rozaban las alas. Él temblaba, ella temblaba. Si él miraba, ella giraba estruendosamente su cabeza para seguir volando por las vías. Si ella miraba, él giraba estruendosamente su cabeza y así desaparecía el dolor inventado.
Y como ahí estaban, en el primer vagón de aquel subte violeta, rojo y azul, con humo amarillo y con vías verdes, al fin decidieron quedarse una semana mirándose. Algunos todavía dicen que fueron dos estaciones, pero ellos sabían del paso de otro tiempo.
Y ya pestañaban juntos de tanto mirarse, y se conocían nomás por la ternura en cada rostro. Y se besaron, exclusivamente, por amor al beso, sin hablarse se besaron en aquel primer vagón de ese subte (ya naranja de tanto encuentro casual), que empezaba a despegarse de las vías de luces turquesas, meterse por una puerta con su respectivo cartel de salida, y dejar atrás lo conocido.
Ella se bajó en la estación Piedras, y antes le dijo: “me llamo Daniela”.
Él con la vergüenza típica de los vagones llenos de gente, le susurró al oído: “mi nombre es Emilio” y continuó su viaje hasta Plaza de Mayo.

30 de junio de 2009

Consejos para el viaje

Llena tu pecho de altura
Camina
Respira del cielo
Raspa con aves y espinas los pasos
Mira por dentro las cosas
ya hemos aprendido
que lo hermoso crece por dentro
No compres nada
salvo un pasaje a lo incomprable
No finjas
ni un instante
Entrégate a la historia
Has tuya la página que aún no está escrita
e incorpora la página pasada
Escucha
todo
Habla
poco
Aprende
Y mira a los ojos y a las manos
porque la verdad y la bondad allí descansan
Sublima
al que te brinde lo que le falta
suelen tener las manos ásperas
los pies cansados
los ojos como la lluvia
Duda de las manos pulidas
de los ojos desiertos

Piérdete
Vas a encontrar lo que las rutas no muestran
lo que los necios niegan
las mejores personas
No te sientas extranjera
recuerda que las fronteras nos han sido impuestas
No extrañes
Vuelve sólo cuando estés preparada
porque vas a extrañar, al volver,
el dolor de estar lejos
Y no dejes de soñar
Aunque estés dormida
Aunque estés despierta
Llora
Grita
Enamórate
Canta
Ríe
Somos jóvenes
es ahora cuando

Las pasiolatas

Hubieron algunas veces, manos con vida propia, ausentes y autónomas del cuerpo.
Un escritor un día, por ejemplo, se reunió con ellas para debatir sobre la cabeza, el cuerpo, y por supuesto, las manos y las falanges que las integraban.
Ellas no se autodenominaban falanges, porque el nombre les parecía difícil de pronunciar y obstaculizador a la hora del diálogo. Se llamaban “pasiolatas”.
Las pasiolatas, decía, tuvieron una reunión con el escritor (un poco conservador éste) que las quería de vuelta en lo que describía como “la normalidad”.
Esa palabra también irritaba a las pasiolatas que entendían el todo como algo con mucha lluvia y truenos, y sol y nubes, y viento, y calor y frío, y todo junto y separado a la vez.
“La normalidad” repetían ofuscadas, como si nombraran a un arrancador de uñas o a algún arquero de fútbol. “la normalidad” que para el escritor era que la cabeza ordene, que el cuerpo acompañe y que las manos (o pasiolatas) obedezcan.
Las pasiolatas proponían que la cabeza vuele, que el cuerpo vuele, mientras ellas irían describiendo lo que verían.
Luego de innumerables reuniones, y al ver que indefectiblemente caminarían juntos el camino de la vida, y que las pasiolatas no claudicarían, el escritor optó por convertirse en poeta.
Las pasiolatas victoriosas saludaban a quién se les cruzara, pero se pusieron tristes porque ya no tuvieron que contar. Apenas el escritor abandonó las ideas que creía como las más adecuadas para el ser humano, voló alto, muy alto, y las pasiolatas nunca llegaron a tomar la birome ni el papel.
No de la misma manera sucedió la historia de un poeta que quería escribir con su cabeza. Había escrito cientos de libros, había estudiado los muchos idiomas, sabía de métrica, de rima, de… Las pasiolatas nunca confiaron en el autoproclamado poeta, porque su cabeza se parecía a una caja de cigarrillos y hasta tenía un olor parecido. Fue allí que intentaron convencer al autoproclamado poeta, para que su cabeza y su cuerpo vuelen. Pero las que claudicaron esta vez fueron las pasiolatas, que dejaron de escribir el mismo día que sostenían a la cabeza del autoproclamado poeta, abatida por la caída de la bolsa, y se ahogaron con sus lágrimas.


Nosotras, las pasiolatas, nos tomamos el atrevimiento de escribir algunas consideraciones al respecto de las dos historias que anteceden.
Nos gusta mucho más la primer historia, esa, la del escritor volador convertido en poeta. Aclaramos, de cara a esta historia, que no es verdad que esas pasiolatas se pusieron tristes al ver a su amigo el poeta volar. Ése fue un agregado de la cabeza de nuestro escritor, que parece que aún es un poco conservador también.

Al menos

Al menos deja que respire.
No subiré el volumen de mi voz
más allá de la luz de la vela.
Solo un segundo.
Libra a mi impulso
y apártate.
Mi cuerpo repite
aún
los movimientos que dejaron de repetirse.
Has arrancado
otra parte de mi juventud,
nuevamente
convertida en vapor
y aguas extraviadas.
Ha florecido el vacío hermético
en donde había búsqueda.
Al menos deja que resurja
o termina de darme muerte,
ya hemos sido la carne
de la noche satisfecha.

No seré como soñé

No seré como soñé
me he descubierto distraído
sordo
mudo
ciego.
Llegaré a viejo.
Arrepentido de los años
de los días.
Tendré una casa
cien hijos
millones de nietos.
Mis aventuras serán
las que me regaló el dinero.
Esperaré la muerte
como en una fila de farmacia.
La comodidad no serán los bienestares del mundo
ni la igualdad
sino la guata que rellena ese ataúd,
ese sillón que frenó mis impulsos.
Buscaré armonía en las vidrieras
y el aire acondicionado.
Esquivaré las balas
que disparan los libros hermosos.
Lloraré exclusivamente cuando lo necesite.
No seré como soñé
y faltarás tú como siempre
para poder despertarme.
Tú, yo, resignado escriba.

29 de mayo de 2009

Y no esperes…

Hoy vestida de blanco, como si hubiesen cortado un poco de Luna, un poco de noche y ¡plaf! Ahí caíste vos de blanco, y tu pelo negro. Y tenés la osadía de andar caminando por mi terraza. Yo soy como un poco de sombra en la pared, y mi sombra nace inevitablemente con el blanco resplandeciente de tu ropa y flota en el aire nada más que un aroma a otoño viejo y mis ganas de ser un cometa y girarte alrededor, aunque no puedo siquiera levantarme. Y lo que más feliz me hace, es saber que tu ropa blanca terminará nuevamente en mi piso sucio y de madera, y que por un rato nos olvidaremos de las luces y los colores, porque nuestros cuerpos hacen de esta hermosa noche una canción cursi, inventada para vender.
Y no esperes que te cuente que esta historia también terminará mal. Porque cuando te tengas que ir a la mañana, y yo vuelva a mi cama después de abrirte la puerta, después de recorrer el pasillo rodeado de paredes altas, donde todo es pretexto de despedida de las bocas, estará tu olor a Luna blanca y desnuda, y un calor que me acompañará hasta el mediodía.
Quedará un latido pesado en el aire, en todo este espacio que hiciste tuyo.

Viernes, pasillos y puertas

Y ahora... ¿que se hace ahora? Mirá, si te digo que el viernes ya tenía tu nombre en la cama. Pero vos viste, el viernes es como un pasillo con infinidad de puertas. Uno va buscando y abre y nada, y sigue, y el pasillo se agranda y no se le vé el fondo. Y así es un poco la vida también. Vamos buscando y cada picaporte es una esperanza, y cada mano una posibilidad... y ahí siento el frío del metal del picaporte, lo agarro como se agarra un vaso de agua cuando uno tiene sed en enero, después de volver del trabajo en subte. Y lo bajo, al picaporte digo, y lo bajo y presiono, y el corazón late porque cada puerta te esconde. Y no. Y no te esconde. Y entonces el pasillo se estira nuevamente y parece como si las piernas pesaran el doble de lo que pesan, y un desaliento nos baja las cejas que estaban subidas por la frente, caen junto a la boca por la cara, que como en enero ya empieza (de nuevo) con la sed, y a cansarse de explicar lo inexplicable. Mujer, ese pasillo (lo sé) en una de las puertas te esconde, y ese saber me hace caminar y seguir buscando. Y entonces en una puerta aparecés, vos viste, pero no sos vos, es alguien que se te parece, o no se te parece en nada, pero me invita a pasar y paso, y cuando me estoy por ir me doy cuenta de que perdí el tiempo, porque afuera no hay más que pasillos y puertas todavía. Mujer. Estoy pensando en la posibilidad de que mi vida será siempre como este viernes, o mejor dicho, mi vida será desencontrarte, para seguirte buscando… porque parece que necesito de esa incertidumbre, digo, la de llamarte Mujer a secas, y no por algún nombre que después me lastime la lengua cuando lo piense, sin ni siquiera nombrarlo.

Tus hombros

Tus hombros.
No hay sitio que me haga más
humano y niño,
no hay lugar donde permanecer
indefinidamente
más que en tus hombros.
Tus hombros.
Donde se juntan tus brazos y tus convicciones,
los hombros que coronan tus pechos justos
y tus clavículas hundidas para mi nariz.
Los hombros que huelen a madera joven
esos, que han despertado mi sueño profundo.
Hombros sellados con mis penas,
tus hombros que respiraron mis manos.
Los hombros de mujer,
delineados con pulsos inadvertidos,
con guardas de lilas
con historias de hadas a cuestas.
En tus hombros soy agua
y exilio mis piernas,
en tus hombros soy agua
dedicado, exclusivamente, a ceder.
Tus hombros me ocultan del mundo.
Y es en ese momento,
entregado al calor que emanan tus hombros,
que una mano acaricia mi nuca,
y los conejitos, el polen, las flores,
los gatos, los elefantes, los ríos,
los mares, la gente, el arco iris,
el cielo, todo el paisaje
se ríe en un mismo tono y color,
y me olvido del resto.

Tríptico

Aprender que a la verdad acuden las miradas.
Si hubiesen visto a los jóvenes enamorados,
si hubiesen visto.
Pero no había tiempo para nada
ni nadie.
Y ciertamente no había mas nada.
Desaparecida, incluso, la certeza de lo material,
incluso, porque había fugado todo a otro espacio,
muy lejos.



Sin embargo.



Sin embargo dije, tuve que decir
como una necesidad urgente
y buscando palabras que no conozco,
que no entiende este, mi mundo.
Palabras más parecidas a los colores que a las letras,
tuve que mencionar que he visto a los jóvenes inertes.
Y me enamoré de la posibilidad de mirar con esa devoción.
O me enamoré de la posibilidad.
O simplemente enamorado.
Me fundió una luz desde adentro
¿pero dónde era adentro?
Todo era una mirada…
Me…
Apareció de nuevo la ciudad y me reconoció
la noche

Teoría del complot

Los hay transversales, de izquierda, de derecha, radicales, trabajadores, gremialistas, buenos, malos, morochos, rubios, ñoquis, comprometidos, jefes, administrativos, amigos, padres, hijos, compañeros, murgueros, actores, contadores, ladrones, curas, banqueros, capitalistas, comunistas, reaccionarios, consumistas, altos, bajos, de River, de Boca, de Racing, de Independiente, independientes, organizados, desorganizados, de café, villeros, ricos, pobres, intelectuales, ignorantes, pacíficos, violentos…
Hay todo tipo de idiotas funcionales.

Tarde en la laguna

Delicada luz y calor en el camino,
en los destellos que abrazan.
No había color efectivo,
había luz.
El agua con su luz
El Sol con su luz
El cielo con su luz
Nosotros con nuestros espejos.
La luz preñada.
La luz absoluta.
La luz incorporada a las luces.
Hemos dejado de oír
sin decir palabra alguna.
Hemos encandilado las certezas
de los que encienden las máquinas.
El Sol nos ha unido las mejillas
ni de mujer ni de hombre,
nuestras mejillas, tibias, de luz.
El agua temblaba,
invadida por el ocaso
decidida a rozar el silencio,
y así subir y regalar
a un viento luminoso y quieto,
más luz,
toda la luz de esa tarde.

¡Que vivan!

Que viva ese capricho de luz que entra por la ventana
Y los domingos, que vivan los domingos de murga
Y que vivan los viejos que miran a las muchachas
Con los ojos casi ciegos de tanto mirar los atardeceres y los árboles
Que vivan los árboles, pacientes, verdes en verano, dormidos en invierno
Que viva la primavera
Que viva la primavera
Que viva la caricia y el sexo
Que vivan las puertas abiertas, las casas abiertas, las formalidades cerradas
Que viva la brisa, los globos, el apio
Que viva el naranja, la risa, las lilas
Y las bicicletas, feroces pedazos metálicos del viento
Que viva esta tarde, que viva Cuba,
Que vivan los lunares, las uvas, tu primer “te quiero”
Que viva el mate con amigos, y los amigos

Que vivan los amigos

Y el colectivo que aparece por la esquina de la madrugada del invierno lluvioso
Que viva la lluvia, y llegar a casa
Y tener el privilegio del té y el poema
Que viva el abrazo y la palabra
Que viva Oliverio Girondo
Las frutas, el mar, la saliva
Las manos
Que viva el milagro de la oruga
El milagro de la mariposa
El milagro del dulce de leche y el queso
Que viva hoy cuando baje el Sol
Que viva mañana y las vueltas de la vida y la Tierra
Que viva el Sol de mañana
Que viva la vida
Que viva nuestro tiempo
Es el que nos tocó
Rodeado de pequeñas maravillas
Que caen con la ley de gravedad
Y se levantan junto a los brazos
Que viva estar escribiendo
Que viva esta posibilidad
Que viva la lucha
La que nos mantiene vivos
Que viva la lucha para invertir lo que (todavía) no es bello

Que sobreviva todo
Para poder seguir contando.

Nota al combatiente

Nos han vencido.
Nos han quitado los indispensables minerales de nuestras mejores palabras.
Nos han violado nuestras historias
Nos han colgado de penas y de cuellos.
Hemos perdido.
Han privatizado las nubes y han saqueado lo que no quedaba.
Nos han ganado.
Han vendido los poemas que volaban como pájaros
y hasta los pájaros han adoctrinado.
Han roto con pastillas los amaneceres.
Nos han mutilado los sentidos.
Han maquillado las emociones, han vestido lo natural y puro.
Nos mataron.
Han nominado y enumerado la solidaridad.
Hemos sucumbido.
Han usado lo novedoso y han osado restringirlo.
Han imitado el naranja y las lilas
y han hecho público el misterio de los duraznos ¡el misterio de los duraznos!
Han estereotipado hasta los adverbios.
Han triunfado, pero el triunfo los ha dormido.
Cuando caiga el Sol,
nuevamente,
atacaremos con la alegría en las manos,
con las manos en un arma,
con la verdad y la guerra futura en la boca.

Lo que es y debería ser

Uno nomina, va poniendo nombre. Hace de dios. Y creo que por eso algunos todavía lo justifican y consideran. Tengo un callo en la planta de mi pié y le escribí “callo” con letra cursiva. A mi pared le escribí “pared” en verde, al piso “piso”. Al libro que más me gusta: “libro”, y le agregué: “Precaución, está hecho para modificarte”. Y así mi habitación está llena de nombres: “zapatos” “mugre” (como cuesta ponerle el nombre), “hojas”, “ventilador”. Y acá me detengo, porque en el ventilador encontré la forma de que se lea cuando está quieto y cuando gira. Con la ventana logré un efecto parecido al ventilador… abro y dice “ventana abierta”, cierro y dice “ventana cerrada”. Hay una nuez que dice “nuez” si se la pone de frente y “nuez” si se la pone de costado, jugando con las arrugas y canaletas como con algo tornasolado. Pero no entra el Sol en la piecita de Villa Crespo. Aunque la ventana diga “ventana abierta” no entra el Sol porque hay un balcón arriba que lo tapa. Claramente al balcón ya le escribí “balcón”, pero fue un problema porque a mi vecino (el dueño del balcón) no le agradó la idea. En realidad no le gustó que a su gato, que venía habitualmente y ya no viene, con mi máquina de regular el largo de la barba le escriba “gato”. Fue en esa oportunidad, por recomendaciones de amigos y vecinos, que desistí de la idea de salir de mi cuarto, que a lo largo tiene escrito (y es lo más grande que hay escrito en mi piecita de Villa Crespo) “habitación”. Y este nombre, atraviesa como una espada a un sinfín de cosas que habían ganado un lugar elegido con cautela e inteligencia. Por ejemplo, entre la H y la A de “Habitación” quedó una foto de Guayasamín que dice “foto-mirar-Guayasamín-Ecuador” y otra foto de Berni que dice “foto-mirar-Berni-Juanito Laguna-Argentino”. Cada letra se toca y se mezcla con otras letras y demás cosas, que por falta de espacio las estoy empezando a unir.
Ya que empecé a necesitar de este ejercicio, no veo impedimento alguno en traer alguna cosa que encuentre en la calle y adjuntarla a alguno de los lugarcitos que me quedan entre las paredes, ya casi minúsculos, y tengo una sensación hermosa al saber que ya tienen su nombre (el que a mí más me gusta) y están ordenadas justo donde las quería.

En mi habitación soy el dios que nomina y domina.

Ahora solo falta alguien que crea en mí, (y en mi melancolía gastada) o simplemente alguien que me diga: “Pelotudo, queda como el orto tanta palabra y tanta letra. Me gustaría más un póster de Almirante Brown en el Clausura 2006, o una mina en tetas… vos fijate”.

La vieja

No olvidaré las sensaciones
que se le juntaban en el entrecejo.
En cada mejilla dos líneas
que al chocarse con la boca,
la convertían en otra H sin nombre.

Un árbol en el mentón y en la frente
cientos de renglones perfectamente escritos,
martirio de las palabras pensadas
y no-dichas.

Los ojos tristes, empapados,
como dos jóvenes pájaros en la intemperie y la tormenta.
Cada uno con una lágrima debajo,
que nacía prudente al abandonarlos,
ramas derrotadas al pié de estas aves
creadas para ver,
hechas para llorar.

El cuello caía como dormido,
y le colgaba hasta el pecho
que lo recibía como las piedras
reciben un salto de agua.
Las manos,
sin gesticular,
contaban hasta las historias inventadas.

El corazón, como yo, lo había perdido torpemente.

Los pies duros, arraigados de caminar por las pendientes.
La espalda era una montaña erosionada,
la cabeza solo se levantaba
como el sol por el valle,
para mirar por arriba de las miradas.

Noches en que no voy a olvidar ni una palabra que le escuché decir al cuerpo,
supe que no había motivo para mortificar al tiempo ni a los culpables del mundo,

ni diccionario más mortal que el de la vida.

La Pirámide Social

P
ar
tien
do de
la base de
que estamos
en el vértice, no
queda más que atacar o
p
e
r
e
c
e
r.

La influencia de las mariposas

Un naranja define y da pretextos al paisaje

para ver, incurro en su vuelo

el tiempo que estoy sin encontrarla
me transforma como el milagro a la oruga

escenas de una ceremonia nueva
a cada momento

el polvo que quedó en mis dedos,
junto a las estelas de polvo que caen desde su brazos

un día, vivirás en mi vida un día
regarás con claridad las noches

no pude evitar acariciarte,
aún sabiendo

te he muerto

en la tarde flotan palabras
y jamás he visto un pasto tan interminable.

Incongruente

Otro engaño de la puerta
durmiendo

Pueden ser arreglos a explicar
porque eres tranquila, organizada, precipitada

Pero……..


¿Quién eres?


Durante una noche decía, haber puesto ventanas
más precisamente, líneas

algún día
algún día
Apareció llorando
las angustias en sus manos apretadas

apenas se adquiere el coraje

acierto si digo que tengo miedo


Quedáte quieta

Y radiquémonos definitivamente en la tarde

Mejor va a ser… ya está bien.

Perdí con 34 de mano



(Jugué solo)

Elpájaro

Vuelaointenta.Unagransuelaloinvierteylocierra.Elpájaroluchaincansable
tendidoyenclaustrado.Gimeaúllapicotea.Losojosciegos.Loacongojahaber
descendidotantoaunqueestéconvencidodelsueloydelmomento.Sedesvanece
aletea.Unsonidoquedesentierra:Elcampoelcantolasnocheselaguaylosnaranjos.
Ytodotrascurreenmenosdeunsegundoaunquelasuelaseparezcaalahistoria.
Expiraelpájarosuúltimogrito:¡¡Vivanlossueñoscobardes!!Ysemuere.

Y-otro-pájaro-nace.

El poema que no escribo

El poema que no escribo es el más hermoso.
Con el pronombre y adjetivo justos
para sublimar incluso las lagañas.
Pero sentado y terrestre al frente de este espejo
se me dificultan los aromas,
y lo conocido avanza.
¡¡¡Tener un cuaderno y una pluma en el pecho!!!
Para contar eficazmente todo lo que mis días deben contarles.
Amor, mucho amor. Amor. Amor. ¡Amor! ¡¡Amor!!
Mucho más que cuatro letras.
Mucho más que millones de palabras.

El avance inmobiliario

Es de público conocimiento el poder de las inmobiliarias.
Nadie olvida que en un primer momento, el barrio de Palermo vio nacer su tiempo con el nombre de “Palermo” sencillamente, y luego se le anexaron Palermo Chico, Palermo Viejo, Palermo Holywood, Palermo Soho, etc…
El primer intento por frenar el avance de las inmobiliarias (las que fueron logrando de a poco ser las “número uno” en el mercado financiero internacional) lo llevaron adelante los vecinos de Palermo Queens, antes llamado Villa Crespo. Fue un torbellino de asambleas en cada esquina. En cada sinagoga, en cada iglesia, en cada kiosco se hablaba del asunto. Era inconcebible, en un primer momento, perder esa identidad que unía a los vecinos y escondía por algunas de sus calles la cancha de aquel Club llamado Atlanta. No se puede olvidar tampoco, por las consecuencias que trajo, que justamente fue la dirigencia de ese Club la que dio el brazo a torcer. Porque una cosa era alquilarle la cancha a Ferro Carril Oeste (que tenía en ese momento ese nombre y su cancha en refacción) en Villa Crespo, y otra mucho más conveniente (y cara) en Palermo Queens. Todo esto, sumado al amor que tenían sus hinchas por el club, mas una reducción en las cuotas sociales en un 2.3 por ciento, concluyeron en la aceptación a la propuesta de las inmobiliarias.
Chacarita no quiso ser menos.
Antiguo enemigo de Atlanta, y llenos de entusiasmo por una marca de cruces, la hinchada de Chacarita se pasó a llamar Palermo Death, en inglés “muerte” por la proximidad del barrio al cementerio. Agronomía pasó a llamarse Palermomanía (al principio resultaba gracioso el avance nominal de las inmobiliarias). Morón, Palermón. Lanús, Palermús. Vicente López, Palermópez. Villa Bosch, Palermosch. Y así cada barrio tenía un toque de arrabal, zoológico e hipódromo y una frescura que (según las inmobiliarias) era necesaria para afrontar los tiempos que vendrían.
Fue un problema para el sistema de comunicaciones Nacional cuando Buenos Aires se pasó a llamar Palermo Airs, porque hubo que cambiar una infinidad de cosas que llevaban el viejo nombre de la provincia.
Pero no hubo tregua.
La Pampa, criticó esta avanzada (que denunciaba como “Unitaria”) y con un discurso integrador se autoproclamó Palermo Llano. Lo que ocasionó en Santa Fé un revuelo general, (no iba a ser cosa que quedaran afuera de ese impulso de las llanuras agro-exportadoras) y pasó a llamarse Palermo Fé.
Hubo resistencia en algunas provincias. La última en cambiar su nombre fue Tierra del Fuego, que en un referéndum, los que luchaban por sostener ese nombre perdieron (con un 3 por ciento) contra un 97 por ciento de los votos, ante la propuesta de Palermo Faier (argentinización de “fuego” en inglés, porque una cosa era cambiar todos los nombres, otra perder el nacionalismo)
Argentina pasó así a llamarse Paler-m.a.n., en alusión a Palermo y a los “Muchos Argentinos Nuevos”.
El nombre era tan sugestivo, y el Mercosur estaba tan fuerte, que produjo (con buen dinero de las inmobiliarias) un efecto en cadena. Chile, Palermo Mountain. Paraguay, Palermolé. Uruguay, Ay Palermo. Hasta hacer de Palermo todo el continente. Jamaica, Palermo Smoke o Esmouk para los argentinos. Canadá, Palermo Dá (slogan que llevó a las inmobiliarias a la cúspide de los mercados internacionales). Estados Unidos, Palermo Box, entre otros.
Nadie olvida tampoco la revuelta de varios días que se desató cuando el avance de las inmobiliarias llegó a Italia, más precisamente a Palermo. Muchos muertos en sucesivas represiones, corridas, desaparecidos, torturas, hasta que la gente se conformó con un rotundo Palermo First o Ferst en la versión Paler-manizada (porque sostenían y exigían ser reconocidos como el primer Palermo)
Vietnam, Palerming. Australia, Palermalia. Luxemburgo, Palermo Burgo.
El mundo ya era Palermo.
Es también de público conocimiento que la resistencia fue perdiendo todo tipo de fuerza, y con ella, el etnocentrismo inmobiliario (que a esa altura era más móvil que el viento) se fue adueñando de todo, inclusive de los nombres de las personas.
Yo me llamo Palermo Segundo, hermano menor de Palermo Primero y mayor de Palermo Tercero. Hijo de Don Palermo, que se casó con Palermo, ya fallecida, enterrada en Palermo Death.
Pero con el paso de los años, todo se redujo a una inicial, la P (por motivos prácticos, para evitar repeticiones).
Cuando se hacía referencia a algún lugar se nombraba la P y la terminación. P. del Este (Palermo del Este), P. Ña (Ex España), P. Diatra (Separación de la Ex Unión Soviética, luego separación de Checoslovaquia, que a su vez se separó en Damdiatra y Mosdiatra. Ésta última República, ganó la guerra en que se fundieron las dos repúblicas hasta que llegó la modalidad “Palermo” y estuvieron todos de acuerdo con el nuevo nombre, y ya no se disputaban las fronteras) P Utah, estado de Palermo Box (que también tuvo una resistencia firme ya que a algunos vecinos, y con la tendencia a la argentinización de los nombres, les produjo escozor). P. P. P-P-P-P (ex Brasil).
Hasta que con el tiempo la terminación quedó sin efecto, porque ya era todo lo mismo, porque los colectivos habían perdido la razón de ser, y porque las inmobiliarias se habían llevado todo su dinero a Marte, (ahora conocido como Barrio Norte), que para esas fechas se estaba terminando de parcelar de la mano de los Anchorena y los Bullrich.
¡¡P. Utah!! Decí que uno tiene memoria, que sinó…

Dispersiones

Me marcho con tus pausas.
Ahí te vas tú con una sombra muda,
con el olor del tiempo,
con una soga equilibrista.
Te vas, insistes en irte
con el grito de un taxi agotado,
con un recuerdo nuevo y verde,
con un chocolate mal estacionado, que tus manos corrigen.
Vuelas, por la habitación siguiendo la estela que dejó el verano,
con los giros de mis intenciones,
cerrando tus ojos justo cuando me inquieto por cubrirte con los míos.
Te dispersas, fácil, suelta como la hoja en el torbellino.
Y eres tan hermosa, imprudente y hermosa.
La única que no lo advierte eres tú,
porque haces de tus labios un sube y baja,
los obligas a que jueguen a rozarse y expirar ese gusto a mayo
confesando (no se qué) a mis orejas.

Desencuentro histórico

El mar, nublado, nunca me llegó. Anteros se pregunta que le despierta. ¿Por qué Hera aparece y después nada? Rara, conservadora, solitaria y fea... y sin embargo a Anteros le gustaría espalda de nuevo.
Después de todo, Anteros, el mar se lo imagina, como todo el resto. Aunque le gustaría ya olvidarse al fin de acordarse.
Y Hera, no le diga a Anteros lo que le dice su boca. Extraño un poco. No entiendo mucho. Si Hera extraña, ¿porqué no abrazo o risa? Anteros siente que no le dice toda la verdad, o que no se puede alejar de una vez por todas, por las flechas que ha clavado él desde la nuca hasta donde no hay más abajo. Anteros prefiere risa, a argumentos por internet. Porque quiere verla. Y no verla, como si estuviese cuidando una montaña, sumado a un montón de palabras (que sólo son palabras) le causa a Anteros la sensación de soledad que nada le gusta.
Los mail que recibe Anteros, lindos. Feos cuando no se traducen en calor. Porque de eso se trata. A Anteros le dan pena las relaciones por computadora, y dice: "Son grises y frías. No como un té o un poema leído abajo de dos frazadas con tantas ganas de que la noche no pase y con la identidad en otro continente". Así que Anteros mira por ahora a Hera por internet (porque afuera hace frío) y espera que el invierno pase. Pero en internet censuraron los recuerdos, porque parece que con los días, Hera se aleja y se aleja, y se lleva todos sus hermosos olores.

CONCLUSIÓN: Hera hace que Anteros piense, y últimamente Anteros quiere pensar y decir... no sólo pensar y hablar para adentro.
El teléfono de Anteros es el que Hera tiene en su agenda, cuando quiera llamarlo y Zeus no los vea, avise que va poniendo el agua a calentar. Sino ni se moleste, ya que compañeros de juego a Anteros le sobran porque es niño, y porque además tiene alas… unas alas largas capaces de llevar a dos a donde se les indique.

Decía, hubiésemos…

No han venido solos los años
han traído aparejado
lo más conservador de lo que seré.
Pensé que si la evolución
nos hubiese favorecido
un poco más
si nos hubiese otorgado
otro tipo de salto
por ejemplo un salto felino,
en la Tierra no habría más fortaleza
corporal
por desarrollar una musculatura natural
por encontrar los frutos más altos
por ende más brillosos
jugosos y ricos
los frutos más solitarios
amigos de la nada
amigos del firmamento todo
del día
del amor de la noche
de las parejas
de las cosas compartidas
como los frutos compartidos
hubiésemos llegado sin duda más alto
crecido
entendiendo de otra manera las distancias
hubiésemos visto el árbol y el bosque
hubiésemos llegado a tocar lo que nunca tocamos
ni tocaremos
Decía que hubiésemos…
aunque en realidad
no dejo de imaginar a los balcones más altos
y las mismas llaves.

Cosas sueltas

Se roza un pecho amarillo con otro rojo y nace una luz de color anaranjado. Por más fuerte que se apriete la lucecita naranja se escapa. El pecho amarillo se va curando, el pecho rojo no volverá a tener calma.



Penar de la multitud que anda por este duelo de las manos. Pensar que nos han acostumbrado a que apague la luz el último, el más rezagado, y que quede todo así desordenado, como está y estaba.



Déjame unas monedas para el colectivo. No podré llegar hasta el cementerio para darte el último adiós.



Nació de un juego la posibilidad de los insubordinados. Y ahora entiendo, de un juego, paradoja de estos niños y estas niñas capaces de jugar a la muerte e invertir hasta el tiempo. A todo esto la policía se escapaba a Marte, porque a los jugadores se nos había ocurrido olvidarnos de las condiciones y las reglas.

Conocido

Aúllan los gatos y el poeta huele una palabra y tose.
La noche tiene un manto blanco y brillante que cubre mis hombros.
La noche soleada por el sol y las soledades.
El mundo es necio y la poesía parece escondida.
sebabilamrof sus y ,sopmeit sotse ebneitaseb artel im atsaH.
Yo me fui hacia otro espacio, abandonando lo extraño, lo usual
y he viajado solitario como la canción de un vagabundo.
Prefiero seguir creyendo,
quiero seguir creando.

Ciudad

Deseo la calma del hielo flotando,
la introspección del viento del me-
-diodía de enero, la apacibilidad del
vuelo de la copa del árbol, los gritos
ensordecedores del silencio. Y ese
silencio, lo quiero claro, insoluble,
un silencio afirmativo. Un silencio
parecido al de tus manos, un silencio
dulce, un silencio general y comparti-
-do. Un silencio enfrentado a las pare-
-des, para que rebote en forma de sile-
-ncio. Un fuerte silencio. Un silencio
como la oscuridad, un silencio verda-
-dero, un silencio con extractos de sile-
-ncio, un silencio que salpique más sile-
-ncio, un silencio que nos ahogue de
silencio. Un silencio móvil, que se
pare en el medio de la calle y levante
sus brazos en silencio y detenga todos
los autos y las viejas chismosas de
las peluquerías y los supermercados.
Un silencio que obligue a las mentiras, sin titubeos, a que al fin enmudezcan.
Un silencio que frene a los aullidos
de las sirenas atrapadas en los frenos
de todos los colectivos. Un silencio
que empuje hacia el espacio los ruidos
de los aviones y el desconsuelo de las azafatas. El silencio que retumba
en las orejas como en las tumbas, un silencio vivo, un silencio…

un silencio…
la paz del silencio.
Ahora a callar….


S h h h h

Carta desesperada

Jamás, enamorada, verás las *
U otro gusto en el vino y el pan y las lilas
Los días, enamorada, pasarán como el *
Igual que pesan los *
Oíd, enamorada, mis gritos, esos que se llevaron las *

Letanía y desgano, enamorada, ven a la *
Orquestas de temores y sombras
Pesará, enamorada, porque todo *
Espero me recuerdes y *
Zambulléndome en lo desconocido, buscando


lo que sigue sin aparecer,
en las palabras que nos faltan.












*ayuda

Cansado

Cansado de despertar conmigo
corrí como un niño a su regalo más imposible.
Miré por mi boca las palabras que no me atrevo a pronunciar.
Jugué con los recuerdos del vientre
y floté en sus aguas, sobre una pequeña balsa
para dominar mis tormentas.
Por única vez, ¡Javier, es tiempo del horizonte! (dije),
y lejos de mí y mi cuerpo,
un maremoto de sinceridad
me hizo naufragar espantado.

Cadaver exquisito con Chesi

No nos rodean los sueños, nosotros los rodeamos.
Un sueño y otro sueño (pero más pequeño) caen desde algún balcón nocturno.
Como tierra volando, parece que no estamos, pero aparecemos con la luz. Despiertos, girando y rebotando. Se pasean los sueños, el piso oscuro.
Desconocían el destino de aquella travesía, pero allí estaban, rodando por una bajadita de barrio que los abandonaba en una gran nada.
Pero ya basta con las palabras. No podemos escribir mientras volamos... Digo, soñamos.

Autorreflexiones de un melancólico

¿Cuál será la explicación objetiva y científica para mi voluntad de escribir cuando estoy triste?
La melancolía es y ha sido a partir de mis brazos y tiene en mi vida ojos de palabra.
Me escaparía 15 días a tu cama a escribir las injusticias del mundo.
Pero te quiero mucho… voy a procurar recordarte que no me invites.
No sé y nunca supe si necesito alguien que me quiera o alguien que me otorgue la mejor de las palizas.
Tengo melancolía aguda, grave y esdrújula.
El problema es que después me leen mis amigos… pero los quiero mucho… voy a procurar recordarles que no me lean, o que me maten.
¿Quién necesita a alguien con tanta inseguridad y desconsideración?
Aunque si me matan los involucraría en problemas legales.
Mejor, y más sano para todos, va a ser que al fin me llames y me mientas con tus parciales de Filosofía, con tus manos tapadas, con tus hombros dolidos o con tu espalda que no aparece.
La conjunción de este infierno se traduce en el caos de los platos.
Pero debes estar ocupada pensando en cosas más importantes.
Seguro, pensando quizás en Estambul, en el amor, vaya a saber el que esté ahí contigo en lo que pensarás.
Acostado, fumando, quién sabe como estará… más allá de vos, claro, que seguro lo estás viendo como a Abril entrando por las ventanas.
Acá todo es abril y estoy seguro que por más que no te escuche, que en tus paredes es abril.
Y me pregunto, además, si en esas paredes que te cuidan de mí y del afuera, en ese vivero de cal y cemento que supimos y elegimos compartir, se escucharán todavía los libros que leímos.
Pero
¿A quién le importa?
Te pregunto y les pregunto
¿Cómo se olvida?
Y si es cierto que alguna vez se olvida, si es cierto que las acciones determinan la vitalidad del cuerpo, porque acá estoy y no me siento; si es cierto que son estos brazos melancólicos los que escriben, o si se fueron durmiendo en los abrazos, el sexo y las caricias que los hicieron transparentes.
Me miro al espejo… debería afeitarme.
Seguro.
Pero cuando termine.
Sólo necesito un buen verbo, como si los verbos se adjetivaran y alcanzar así una descripción que alivie este malestar gástrico.
¡Son verbos Javier! me digo, como si yo fuese uno solo.
Ahora me hablo a mí… me hablé en todo momento.
Y la palabra “momento” llega como un disparo a la cabeza en forma de sonrisa.
Noches en que necesito la tranquilidad del sueño compartido.
O que vuelvan las pesadillas, que también se fueron y ahora las siento en el techo, como al calor los ciegos.
Pum, Plaf, Paf, Pum: caen en la hoja las letras que se organizan en ejercitos de palabras y me atacan con un paro japonés, y copulan y aparecen en mi cabeza por millones y se genera una superproducción y…
Lamentablemente llenan mis vacíos.
Además de tener un hambre… ¡un hambre! que mejor ni me pongo a contar.
Es cierto que no tengo para decir, pero menos tengo para callar.
Me aburro de mí, te aburrí, los aburro, nos pido mil disculpas.
Y las palabras…
Las palabras siguen escapando por las orejas y las manos, y el disparo en forma de momento ya no es tan gracioso.

A veces pasa

Por tanta primavera del brote infatigable.
Por tanta ternura y palabra precisa.
Por el contacto desinteresado.
Por tanto secreto contado.
Por tanta sencillez y comunión.
Por tanta risa, naranja y lila.
Por tanto amor, del común y hermoso.
Por tanta historia desdichada y por esta fortuna.
Por tanto juego.
Por tanta consideración consecuente.
Por tanto,
por tanto…
la verruga se enamoró de la mano,
que perfecta,
y entregada a la caricia de la mañana,
ya la había correspondido.

Seguidores