29 de mayo de 2009

Ciudad

Deseo la calma del hielo flotando,
la introspección del viento del me-
-diodía de enero, la apacibilidad del
vuelo de la copa del árbol, los gritos
ensordecedores del silencio. Y ese
silencio, lo quiero claro, insoluble,
un silencio afirmativo. Un silencio
parecido al de tus manos, un silencio
dulce, un silencio general y comparti-
-do. Un silencio enfrentado a las pare-
-des, para que rebote en forma de sile-
-ncio. Un fuerte silencio. Un silencio
como la oscuridad, un silencio verda-
-dero, un silencio con extractos de sile-
-ncio, un silencio que salpique más sile-
-ncio, un silencio que nos ahogue de
silencio. Un silencio móvil, que se
pare en el medio de la calle y levante
sus brazos en silencio y detenga todos
los autos y las viejas chismosas de
las peluquerías y los supermercados.
Un silencio que obligue a las mentiras, sin titubeos, a que al fin enmudezcan.
Un silencio que frene a los aullidos
de las sirenas atrapadas en los frenos
de todos los colectivos. Un silencio
que empuje hacia el espacio los ruidos
de los aviones y el desconsuelo de las azafatas. El silencio que retumba
en las orejas como en las tumbas, un silencio vivo, un silencio…

un silencio…
la paz del silencio.
Ahora a callar….


S h h h h

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