29 de mayo de 2009

Tus hombros

Tus hombros.
No hay sitio que me haga más
humano y niño,
no hay lugar donde permanecer
indefinidamente
más que en tus hombros.
Tus hombros.
Donde se juntan tus brazos y tus convicciones,
los hombros que coronan tus pechos justos
y tus clavículas hundidas para mi nariz.
Los hombros que huelen a madera joven
esos, que han despertado mi sueño profundo.
Hombros sellados con mis penas,
tus hombros que respiraron mis manos.
Los hombros de mujer,
delineados con pulsos inadvertidos,
con guardas de lilas
con historias de hadas a cuestas.
En tus hombros soy agua
y exilio mis piernas,
en tus hombros soy agua
dedicado, exclusivamente, a ceder.
Tus hombros me ocultan del mundo.
Y es en ese momento,
entregado al calor que emanan tus hombros,
que una mano acaricia mi nuca,
y los conejitos, el polen, las flores,
los gatos, los elefantes, los ríos,
los mares, la gente, el arco iris,
el cielo, todo el paisaje
se ríe en un mismo tono y color,
y me olvido del resto.

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