29 de mayo de 2009

Desencuentro histórico

El mar, nublado, nunca me llegó. Anteros se pregunta que le despierta. ¿Por qué Hera aparece y después nada? Rara, conservadora, solitaria y fea... y sin embargo a Anteros le gustaría espalda de nuevo.
Después de todo, Anteros, el mar se lo imagina, como todo el resto. Aunque le gustaría ya olvidarse al fin de acordarse.
Y Hera, no le diga a Anteros lo que le dice su boca. Extraño un poco. No entiendo mucho. Si Hera extraña, ¿porqué no abrazo o risa? Anteros siente que no le dice toda la verdad, o que no se puede alejar de una vez por todas, por las flechas que ha clavado él desde la nuca hasta donde no hay más abajo. Anteros prefiere risa, a argumentos por internet. Porque quiere verla. Y no verla, como si estuviese cuidando una montaña, sumado a un montón de palabras (que sólo son palabras) le causa a Anteros la sensación de soledad que nada le gusta.
Los mail que recibe Anteros, lindos. Feos cuando no se traducen en calor. Porque de eso se trata. A Anteros le dan pena las relaciones por computadora, y dice: "Son grises y frías. No como un té o un poema leído abajo de dos frazadas con tantas ganas de que la noche no pase y con la identidad en otro continente". Así que Anteros mira por ahora a Hera por internet (porque afuera hace frío) y espera que el invierno pase. Pero en internet censuraron los recuerdos, porque parece que con los días, Hera se aleja y se aleja, y se lleva todos sus hermosos olores.

CONCLUSIÓN: Hera hace que Anteros piense, y últimamente Anteros quiere pensar y decir... no sólo pensar y hablar para adentro.
El teléfono de Anteros es el que Hera tiene en su agenda, cuando quiera llamarlo y Zeus no los vea, avise que va poniendo el agua a calentar. Sino ni se moleste, ya que compañeros de juego a Anteros le sobran porque es niño, y porque además tiene alas… unas alas largas capaces de llevar a dos a donde se les indique.

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