29 de mayo de 2009

Dispersiones

Me marcho con tus pausas.
Ahí te vas tú con una sombra muda,
con el olor del tiempo,
con una soga equilibrista.
Te vas, insistes en irte
con el grito de un taxi agotado,
con un recuerdo nuevo y verde,
con un chocolate mal estacionado, que tus manos corrigen.
Vuelas, por la habitación siguiendo la estela que dejó el verano,
con los giros de mis intenciones,
cerrando tus ojos justo cuando me inquieto por cubrirte con los míos.
Te dispersas, fácil, suelta como la hoja en el torbellino.
Y eres tan hermosa, imprudente y hermosa.
La única que no lo advierte eres tú,
porque haces de tus labios un sube y baja,
los obligas a que jueguen a rozarse y expirar ese gusto a mayo
confesando (no se qué) a mis orejas.

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